Empezó en abril. Un abril de lluvia intensa y tardes perfumadas de humedad. Los primeros
meses de relación fueron… magia. Zsolt tenía claro que había cosas que sólo
pasaban en ciertas películas, en ciertos libros y en ciertas cabezas llenas de
gases ligeros. Lo tuvo claro hasta ese abril y ese verano que se convirtió en
una burbuja húmeda y brillante. Todo era líquido y todo era calor, todo era
piel y todo eran susurros. Se conocieron hasta adivinarse en el sonido de su
respiración. Rieron juntos las carcajadas más amargas y lloraron juntos las
lágrimas más dulces. Compartieron sus rincones más secretos y descubrieron
nuevos sitios que guardar para los dos.
Cuesta creer que fueran sólo unos meses, poco más de un
centenar de días, lo que les hizo eternos.
Después cambiaron los sabores y la melodía de sus
voces.
0 comentarios:
Publicar un comentario