El viernes volví a ver a Iván Ferreiro en concierto. Si la memoria no me traiciona, es la primera vez que le veo en Valladolid, desde que se separaron los Piratas.
El concierto tuvo lugar en la Cúpula del Milenio que, por si alguien no lo sabe, es el extraño edificio de la foto de abajo. Es una movida que estuvo en la Expo de Zaragoza y que el Ayuntamiento de Valladolid compró por cuatro duros. Luego se gastaron una pasta en traerlo hasta aquí... ya sabéis, chicos, lo barato sale caro. [Lo cierto es que he tratado de contrastar esta historia que conozco por tradición oral, pero no encuentro nada en Internet]. Al parecer, la cúpula de marras es todo un alarde de arquitectura sostenible, está hecha de un tipo de plástico raro que captura el calor del sol, cosa que en Pucela es muy de agradecer, porque suele hacer fresco. Y os puedo asegurar que es un sitio tremendo para disfrutar de un concierto.
No sé cuántas veces he visto en directo a Iván Ferreiro. En Sonoramas, en la Riviera, en la Joy Eslava... Pero verle en casa es distinto, es especial. Así que me daba igual que nadie excepto yo se supiera la letra de Santadrenalina, Toral y yo cantábamos, berreábamos, bailábamos como si no existiera nada más, saliendo a flote en un mar de gente que sonreía y movía la cabeza... muy despiertos todos a la hora de aplaudir, pero nada más.
Mi historia con la música de los Piratas empezó con Ultrasónica, que decoró un verano entero [de esos veranos de antes de hacernos mayores, de los que son largos y se decoran sólo con canciones] y me acompañó en los últimos acordes de mi primera relación, que se esfumó con alguna canción recogida en Fin de la Primera Parte.
Desde entonces ha estado ahí. Y después de Piratas ha seguido con Iván en solitario. SPNB y Paraísos Perdidos son los resúmenes de otros capítulos de mi vida. El Equilibrio, M, Jugar con los Coches, Pris, Mrs. P, Piensa en Frío o Tristeza están en mi repertorio habitual de canciones de ducha. Turnedo es grito de batalla en muchas de nuestras noches del cazador. Fecha Caducada fue el detonante de que conociera a una de las personas que más importantes han sido en mi vida durante los últimos años...
Cada concierto de Iván es, para mí, un homenaje a esos momentos y capítulos y una ocasión espectacular para sacudirme las distancias y poder burlar al tiempo.
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