Castañas

Ayer tuve una estúpida epifanía: el Otoño me gusta. Hay muchas razones para rechazarlo, muy lógicas todas...

(Mal tiempo)
(No se pueden practicar deportes de verano, ni de invierno)
(Síndrome post-vacacional, sin una temporada larga de descanso)
(Un cambio de hora que nos hace vivir de noche)

...pero, ah, amigo, el Otoño tiene más cosas. Concretamente, castañas y granadas. No puedo dar la espalda a la única estación que me permite comer castañas y granadas.

Leí hace un tiempo que las castañas en cocción eran buenas para la depresión. No sé si sería ficción publicitaria o qué, pero se me ocurre que, de ser verdad, se podría tratar de uno de estos excelentes mecanismos de la madre naturaleza para combatir la adversidad. El Otoño, con sus días grises y cortos, su luz menguante, su lluvia, su viento, su marrón, sus suelos tapizados de hojas muertas, su brisa indecisa [ora suave, ora mordiente], su olor a finales, su falta de energía... el Otoño se empeña en deprimirnos.

Pero nos trae castañas.

2 comentarios:

LadyRugionaria dijo...

ADORO las castañas. Hasta tal punto que soy capaz de comérmelas crudas (cuando están oportunamente maduras). Si bien las castañas son otoñales, yo tengo recuerdos de comer castañas calentitas en los días previos a la Navidad, mientras me paseaba por las calles de Valencia.

Me gusta el equilibrio que planteas del otoño deprimente pero portador a la vez de cosas buenas :)

Lume dijo...

Las castañas son maravillosas, hace poco las empecé a utilizar para cocinar y me convencí todavía más (si cabe!) de su grandeza :P Son también algo muy navideño, es verdad, pero yo las relaciono con mi cumpleaños, que es en noviembre, y siempre tenía castañas al llegar a casa :)

Éste es un texto muy viejo, pero le tengo cariño y siempre lo recupero en otoño, porque algunas cosas nunca cambian y el otoño siempre trae castañas.