Brainstorming: Cómo convertirse en meme de Internet (primera parte)

La fama en los tiempos que corren es una cabaretera borracha que, al sentarse en tu regazo, te convierte, bien en el perdedor más envidiado de una lastimosa jauría, bien en un risible y avergonzado peón de sus caprichos. Acabar de un modo u otro depende de factores tales como qué fuera aquello que llamó su atención sobre ti, hasta la profundidad de su escote. Y es posible que la más grotesca de las cabareteras y el más obsceno de los gestos no sean, aparentemente, la más apetecible de las compañías, pero no por ello dejan de ser fama.

Y es así, amigos de NSL, como en los días que corren, veneramos públicamente a criaturas que nos cuentan por la tele que el acueducto de Segovia se construyó en la Edad Media o convertimos en popular a un niño alemán que golpea histérico su teclado. Y no es que tengamos la más remota idea de por qué querríais vosotros, lectores, convertiros en protagonistas por un rato de este lastimoso circo, pero vuestras razones no son de nuestra incumbencia, así que nos limitaremos a daros unas pinceladas sobre cómo pensamos que podríais atraer a la dulce y ebria bailarina de moral distraída hasta vuestras piernas...

1. Sé peor

Vivimos en un mundo bipolar, lo he mencionado en numerosas ocasiones y algún día desarrollaré por completo esta idea, pero es algo que creo firmemente: nos movemos en un mundo de extremos. Quedarnos en el punto medio no nos va hacer virtuosos, como pensaba Aristóteles, y alcanzar el polo óptimo es un camino que sigue demasiada gente y, compañeros, la competencia en este terreno no es algo que necesitemos forzar.

Queda claro, pues, que el camino más sencillo para destacar pasa por ser peor. No nos engañemos, requiere esfuerzo y también tendremos rivales aquí, pero nadie dijo que fuera a ser fácil: sé peor que el resto, sé más ignorante, más torpe o, sencillamente, más desvergonzado. Funcionará.

2. Entre la pena y la risa

El público de quien depende tu ascenso a la fama está cansado de la gente guapa y con talento, porque les hacen sentir envidia. Y a nadie le gusta sentir envidia. El público te adorará cuando les hagas sentir mejores o les hagas reír. El mayor reto aquí: trata de evitar caer del lado de la lástima, porque tampoco es un sentimiento que vayan a querer abrazar.

Hay que buscar un equilibrio que consiga que las sensaciones despertadas en el espectador de nuestras monerías sean satisfactorias para él. Hagámosles sentir superioridad. Hagámosles sentir que también hay esperanza para ellos. Si manejamos suficientemente bien el estado emocional de nuestra audiencia, podremos incluso desarrollar algún talento, lo cual no vendrá mal a nuestro ego [evidentemente, necesitado de atenciones, o no estaríamos tartando de hacernos famosos a toda costa], sólo tenemos que combinar en su justa medida dos emociones que, yuxtapuestas, resultan en esperanzada empatía: un poco de pena y una cierta admiración...


[Resulta que me he alargado más de lo que esperaba en este "brainstorming", por llamarlo de alguna manera, así que, si os parece, vamos a tomar un respiro ahora y continuamos con el resto de pautas (Patetismo Creativo, Keep it Simple, Stupid y Déjate ver) en otro momento]

3 comentarios:

Dominatrix dijo...

Hace ya muchos años, Alvaro de la Iglesia sostenía en una de sus novelas que los famosos "tontos del pueblo" (todo villorrio tiene el suyo) eran en realidad funcionarios del Estado elegidos tras una rigurosa oposición. Su trabajo consistía en hacer que los demás se sintiesen mas inteligentes, mejorando por tanto la sociedad. Un trabajo muy duro ya que, a su lado, hasta el mas oscuro labrantín había de parecer un Mariano José de Larra.

Alex dijo...

Felicidades Lume, es un gran post.

Deseando leer la segunda parte.

Lume dijo...

@Alex, Gracias :-) No tardará en llegar el desenlace.

@Dominatrix, tengo claro que por ahí van los tiros en esta absurda sociedad nuestra... Gracias por el comentario!