Cuando se inventó el pararrayos, la Iglesia se negó a proveerse de uno porque consideraba que los rayos eran voluntad divina. Cuando comprobaron que los rayos sólo dañaban a las iglesias y no al resto de las edificaciones provistas de pararrayos, se retractaron. Si Dios existe, sin duda es un cachondo.
3 comentarios:
Buenísimo, jajajajaja.
Pues si, es buena la frasecita jejeje ¿Por qué cosas así no hacen reflexionar a según qué personas?
Me ha encantado jajaja
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