El sábado intenté ver la última película de Lars von Trier, Melancolía. Puede que como plan para una noche de sábado sea algo jodido, porque acaba un poco regular... pero nos dio ese punto. Ojo, que sé cómo acaba porque en el extraño prólogo te lo cuentan más o menos, no porque aguantara despierto hasta el final. Nunca he conseguido ver una peli de Lars von Trier entera, lo cual imagino que me convierte en lerdo o insensible. O igual es que a mis gafas de pasta les falta... más pasta. O algo.
Yo prefiero pensar que el famoso director danés está sobrevalorado. Últimamente es algo que se lleva mucho, decir que las cosas están sobrevaloradas. Así, en un alarde de condescendencia, no sólo dices que discrepas sobre que algo sea bueno, sino que además aprovechas para señalar que el que piense lo contrario no tiene ni puta idea.
“Ir al gimnasio está sobrevalorado”. Como exclamando: “¡superficiales ovejas vigoréxicas!, yo sí que sé aprovechar mi tiempo”.
“Tocar la guitarra está sobrevalorado”. Como forma de señalar que “la verdadera profundidad artística se alcanza a través del uso de la palabra”.
“La felicidad está sobrevalorada”. Cuando piensas que “hay que ser realmente estúpido para conseguir ser feliz en un mundo que se tambalea”.
Y listo.
También hay otra forma de verlo. El que señala que algo está sobrevalorado, no deja de centrar su juicio en la opinión que otros tienen de esa cosa. No es tanto emitir una opinión, como reaccionar a la de otros… vamos, que lo que pone en relieve el orador es lo que el resto piensa, asumiendo que es un pensamiento positivo.
En realidad, muy pocas veces hay una vara de medir que nos asegure que estamos valorando en su justa medida algo, o que el resto lo hace… Tal vez, cuando para atacar algo nos centramos en la opinión que otros tienen de ello, lo que estemos haciendo es defendernos por el hecho de diferir... A lo mejor, lo que queremos decir cuando aseguramos que algo está sobrevalorado es algo un poco distinto…
“Ir al gimnasio está sobrevalorado”. Como lamentando ser “incapaz de ser constante en el cuidado de mi propio cuerpo, que no deja de ser algo relevante”.
“Tocar la guitarra está sobrevalorado”. Como forma de reconocer que “llevo media vida queriendo hacerlo y nunca he conseguido memorizar ni tres acordes”.
“La felicidad está sobrevalorada”. Cuando piensas que “es envidiable la capacidad de algunas personas para aislarse de tanta mierda y enfocar sus pensamientos en las cosas buenas que tiene su vida”.
No es el caso de Lars Von Trier. Él está sobrevalorado de verdad.
(Como queriendo decir que me encantaría de verdad disfrutar sus pelis como lo hacen algunas personas cuyo criterio respeto mucho).